La frase ‘las cosas buenas son para los que esperan’ no se cumple en Max Verstappen. Y no por falta de fortuna ni buen hacer. Todo lo contrario. Las buenas nuevas le llegan de inmediato, sin esperas. En un año y tres meses desde su debut en la Fórmula 1, el holandés da un paso de gigante en su carrera al convertirse en piloto de Red Bull a partir del Gran Premio de España. Un salto al vacío y sin paracaídas que le debe llevar a marcar buenas actuaciones en pista ya que, tras relevar a Daniil Kvyat, sabe que la escudería de Milton Keynes no permite errores. Ni el más mínimo. Al menos así se lo han demostrado al piloto ruso que ‘desciende’ a Toro Rosso.

Aunque pronto y con escasas cuatro carreras disputadas este año, el ascenso de Verstappen es merecido. Por méritos propios (aunque alguno también ajeno). En su corta trayectoria en la categoría reina, el holandés ha marcado actuaciones de alto nivel: como el adelantamiento a Marcus Ericsson en el Gran Premio de China 2015 o el avance a Felipe Nasr en Bélgica del mismo año, justo en el exterior de Bianchimont. Solo dos ejemplos de las habilidades y talento del ‘novato’ al volante de su monoplaza. Dos muestras también de los riesgos que toma Verstappen en pista, de su furia y de su sed de victoria. Y tan solo con 17-18 años, un adolescente que ya desde su primer Gran Premio ha demostrado que está destinado a sumar triunfos en el automovilismo.

Salto merecido pero, quizá, precipitado. Y es que ascender a Verstappen casi a principios de temporada puede salir bien para piloto y equipo o puede salir mal. Todo o nada. Vistos los antecedentes, todo apunta a que el holandés hará un buen papel en Red Bull y acallará a aquellos que critican su agresividad y a los que le comparan cansinamente con su compañero de equipo. Pero las carreras, y la F1 en concreto, puede llegar a ser muy traicionera. Y lo que hoy se ve como una oportunidad de oro puede convertirse en una auténtica pesadilla meses después. Y sino que le pregunten hoy a Kvyat…

Que llegaría a Red Bull era vox populi. Pero no que lo lograría tan pronto. Los dos errores de Kvyat en el GP de Rusia, al embestir a Sebastian Vettel en dos ocasiones en los primeros compases de la prueba, han sido la guinda al pastel de su llegada al equipo de Milton Keynes. Todo indicaba que Verstappen ascendería en 2017 y formaría pareja con Daniel Ricciardo, pero tal pronóstico se ha adelantado. ¿Tan grave fueron las maniobras del ruso como para costarle su puesto? ¿O es que el creciente interés de Ferrari por Verstappen ha precipitado su llegada a Red Bull?

Sea como sea, desde estas líneas sólo nos queda decir «Ik wens u veel succes bij uw werk, Max!»

 

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