Recuerdo con claridad el Gran Premio de China 2012. Ese fin de semana marcaba mi tercera semana completa viviendo en Dublín y, por fortuna, el destino quiso que mis compañeros irlandeses contrataran la televisión digital UPC pocos meses antes de mi llegada en marzo, servicio que incluía las retransmisiones de Fórmula 1 de Setanta Sports. Yo les agradecí su sabia decisión en aquel momento ya que me permetía disfrutar de los Grandes Premios con absoluta comodidad y tranquilidad desde nuestro comedor.

Y también de los comentarios de dos de mis ‘housemates’, irlandeses hinchas del fútbol y del hurling con curiosidad por conocer más sobre ese «deporte en el que monoplazas dan vueltas a circuitos». Como buenos irlandeses, los rallies son la expresión máxima del motorsport, pero ése ya es otro tema…

La carrera de Shanghái 2012 fue especial y emotiva por la victoria de Nico Rosberg, su primer triunfo en la categoría reina. Un logro que yo disfruté con plenitud, con el que me emocioné y también sentí mío por la afinidad, simpatía y apoyo hacia el alemán. La Pole Position del sábado fue el preámbulo a un fin de semana perfecto que culminó con su primera victoria en la F1, que fue también el primer triunfo de Mercedes desde 1955. Con buen ritmo y manteniendo el liderato en pista, el único problema del germano procedía de sus neumáticos y la alta degradación que, en aquella temporada, sufrían las flechas plateadas -y que empeoró un año después-.

Exultante y enfático, Rosberg se adjudicó la victoria después de 111 Grandes Premios, sumando un nuevo éxito a su palmarés compuesto de podios y vueltas rápidas por ese entonces. Su felicidad se reflejó en mi alegría, un sentimiento de júbilo por disfrutar de los primeros triunfos del piloto al que sigues y animas desde antes de su debut en la F1. Una sensación extraña también por celebrar tal logro en un comedor que era tuyo desde hacía tres semanas, explicarles tu alegría a dos compañeros ya amigos con los que compartías casa, y leer con entusiasmo las crónicas en la que antes considerabas prensa extranjera pero que en ese momento era ya tu prensa nacional.

Celebración por la primera victoria
Celebración por la primera victoria

Personalmente, la victoria en China es la que recuerdo con más claridad y con mayor afecto, la celebración en Shanghái se trasladó al 13 de Upper St. Columbas Road de Dublín en la que una joven periodista y entusiasta de la categoría reina festejó el primer éxito de Rosberg como si ésa victoria también fuera suya. Un sentimiento grato que ha crecido con la consecución de nuevos triunfos, que puede experimentar su clímax en Abu Dhabi pero que tiene su punto de partida en el podio de Australia 2008.

Al volante del FW30 de Williams, el alemán inauguró su tercera campaña en el Gran Circo con la tercera plaza en Australia, su primer podio en la máxima categoría. Esa carrera fue particularmente caótica y accidentada en la que sólo siete pilotos lograron cruzar la bandera a cuadros. Entre ellos, Rosberg se subió al tercer peldaño del podio para saborear el champán de la F1 por primera vez, celebración que repitió ese mismo año en el debutante y polémico GP de Singapur. En Melbourne, sus saltos de alegría momentos previos a la ceremonia se unieron a un intenso y cálido abrazo con Lewis Hamilton -vencedor de esa carrera- para proseguir con más brincos y rostros sonrientes. Semblantes, abrazos y gestos de complicidad que continuaron en el podio también con el baño de champán. Ahí, en ese momento, llegó la primera satisfacción justificada con la que sonreír ampliamente a cierta hora de la madrugada de un domingo de marzo.

Esa sensación de felicidad se repitió una vez más ese año pero con afortunada coincidencia en la inauguración del Marina Bay Street Circuit el 28 de septiembre de 2008, mi cumpleaños. Ese domingo recibí un muy buen regalo por parte de Fernando Alonso y Rosberg con su victoria y segunda posición respectivamente, resultados que añadí a los presentes recibidos. El segundo podio llegó en un día señalado y favorecedor para mí, una jornada buena en Singapur que también se festejó en un cumpleaños a 14.000 kilómetros.

Seguramente los primeros podios y la primera victoria son los recuerdos más vivos en mi mente del palmarés del actual piloto de Mercedes. A los podios de Australia y Singapur en 2008 se les une ya los conseguidos al volante de la flecha plateada: Malasia, China y Gran Bretaña en 2010; Mónaco en 2012; India y Estados Unidos en 2013; y Malasia, Bahréin, China, España, Canadá, Bélgica, Italia, Japón, Rusia y Estados Unidos en esta temporada. Dieciocho momentos satisfactorios que se han maximizado con sus ocho victorias hasta el momento: China 2012; Mónaco y Gran Bretaña en 2013; y Australia, Mónaco, Austria, Alemania y Brasil esta campaña. Ocho triunfos celebrados con entusiasmo, simpatía e incluso ya con asiduidad y cierta costumbre sin caer en la monotonía y esperando, en cada Gran Premio, verle de nuevo en la ceremonia del champán.

Triunfo en Brasil, el último hasta el mmomento
Triunfo en Brasil, el último hasta el mmomento

Fuera de la pista, Rosberg es un chico tranquilo, simpático, paciente, sonriente y atento con medios de comunicación y aficionados. Yo le he conocido desde estos dos ámbitos: fan y profesional, y ninguna queja sobre su comportamiento ni el de su entorno. Desde 2007 que no me he perdido los entrenamientos invernales en el Circuit de Barcelona-Catalunya y ha sido precisamente en este lugar y época del año que he vivido los mejores momentos como aficionada al alemán y a la categoría pero también como periodista. Ese año asistí por primera vez al trazado catalán y para mi segunda visita tuve la gran oportunidad de conocerle.

Yo me acuerdo, y creo que él también. Obviaré los detalle -modo fan on- pero, para bien, fue un momento magnífico que se repitió siempre que la categoría reina escogía Montmeló para realizar parte de la pretemporada. Cámara en mano, mis compañeros del circuito y yo nos las ingeniábamos para estar en el paddock, cerca de los pilotos para ampliar nuestra galería fotográfica e intercambiar palabras con ellos. El encuentro con Rosberg siempre era cordial y agradable, con tiempo para charlar sobre la jornada. En mis recuerdos siempre queda una tarde de febrero cerca de las ocho de la tarde, hablando con él en el paddock sobre su día y prometiendo que al día siguiente marcaría el mejor tiempo. Y así fue. Palabra cumplida.

Esos momentos pasaron a ser mejores sensaciones en mis experiencias como periodista profesional en diferentes jornadas de entrenamientos invernales. Mis manos dejaron de sostenter una cámara para sujetar firmemente un micrófono naranja y una grabadora para enregistrar todas las declaraciones de los pilotos de la parrilla. Ruedas de prensa multitudinarias, otras más tranquilas y minoritarias, pero todas llamativas y excitantes para una joven en el inicio -a pie de paddock, sala de prensa y hospitalities- de su carrera periodística.

En la F1 y en los deportes en general, es difícil esconder  y se tiende a mostrar, en escritos y comentarios, la afinidad personal hacia un piloto y deportista. Por ello, incluso a los experimentados en la comunicación suele agradarles más acudir a una rueda de prensa que otra en función de su simpatía personal con el protagonista -además de la relevancia informativa del sujeto-. Llegados a este punto, es fácilmente deducible mi inclinación por los ‘encuentros informativos’ con Rosberg como protagonista. Elocuencia y poliglotía por parte del alemán definen mi experiencia objetiva como periodista, micrófono y grabadora en mano para informar a los lectores de sus declaraciones. Cercanía, entusiasmo y exaltación adjetivan mi presencia y recuerdo subjetivo frente al germano después de años de aficionada y finalmente como profesional en mi campo, un propósito logrado con empeño, esfuerzo y denuedo.

Rueda de prensa
Rueda de prensa

Esta temporada ‘el chico de plata’ busca ser ‘el piloto de oro’, aquél que grabe su nombre como campeón de 2014 en la historia de la competición. A una prueba para el desenlace del Mundial, Rosberg ha completado su mejor campaña en la Fórmula 1, y no solo por ampliación de su palmarés. A los mandos del monoplaza más rápido y equipado con el V6 Turbo más potente de la parrilla, el alemán y sus aficionados pueden estar orgullosos de lo acontecido y logrado este año con cinco victorias, diez podios, diez Pole Position y el liderato de la general durante la mayor parte de la campaña.

Abu Dhabi será intensidad, tensión y nervios que llevarán a un solo desenlace, desconocido todavía pero deseado pleno de júbilo con la consecución del soñado campeonato. El fin de semana en el emirato cerrará un año magnífico para el alemán, quizá incluso impensable un par de años atrás, pero una temporada llena de emociones, triunfos y la más gloriosa de su carrera en cuanto a resultados. En sus manos, en el desarrollo de la carrera en el Yas Marina Circuit y en la competitividad de su rival Hamilton está añadir el toque de oro a su campaña proclamándose campeón el 23 de noviembre.

Si lo consigue, la alegría será máxima en el emirato árabe y en Olesa de Montserrat, un día para celebrar -quizá con una buena cerveza alemana- y recordar en años venideros como la realización de un deseo de aficionada. Si no se logra, en la mente quedarán las buenas sensaciones de un año con varias victorias y presencia casi permanente en el podio. Una temporada que le habrá llevado hasta lo más alto para situarse como piloto puntero, subcampeón de la presente campaña con el propósito de subir el último peldaño en la próxima temporada. De momento, todo está por decidir e imaginar su campeonato es real en la mente de una aficionada que, valiéndose de la subjetividad en este escrito, tiene muy presente su actuañ faceta periodística.

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